Cuando Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland recorrieron España en 1799, viaje este que constituye la razón de ser de nuestro Paseo por la meseta y los volcanes. Diario secreto de Humboldt en España, el influjo de la ilustración europea ya era más que evidente en la ciencia española. Dieciocho años antes Carlos III había fundado el Real Gabinete de Historia Natural, antecesor del actual Museo de Ciencias, visitado por Humboldt en su paso por Madrid y destino de una buena parte de las numerosas muestras que Humboldt envió a Europa durante su viaje por América.
Fue un placer, por lo tanto, que el lugar en el que se presentó públicamente Paseo por la meseta y los volcanes. Diario secreto de Humboldt en España, fuera, precisamente, el Salón de Actos del Museo Nacional de Ciencias Naturales. El día fue el miércoles 18 de diciembre y, pese a la coincidencia con nada menos que un Barça-Madrid, más de medio centenar de personas nos acompañaron en el acto.
Agradezco aquí la disposición y las facilidades que el Museo de Ciencias Naturales y, en concreto, Pilar López García-Gallo, su vicedirectora de Comunicación y Cultura Científica, y con un gran empeño en abrir el Museo a la gente con todo tipo de actividades de interés, muestran siempre hacia las propuestas que les hacemos llegar. Puedo afirmar que ella, junto a Carmen y Américo, los libreros del Museo, hacen que cuando voy allí me sienta siempre entre amigos. Fue precisamente Pilar quien nos dirigió unas palabras de bienvenida al acto y celebró que, como comentaba al principio, Humboldt viniera a la que debe percibirse como su casa.
A continuación tomé la palabra para, en primer lugar, excusar la ausencia de Eduardo Martínez de Pisón por razones de salud y presentar a quienes iban a llevar la voz cantante en el acto: el autor, Miguel Ángel Puig Samper, y Pura Fernández, directora de la editorial CSIC. Yo comenté la génesis del libro, que me permito recordar aquí brevemente. Yo tenía claro que quería hacer un libro sobre Humboldt en una colección centrada en los pioneros del ecologismo (entendida la expresión en sentido amplio) y que precisamente su periplo por España era un espacio todavía por cubrir entre las publicaciones que estos últimos años han surgido sobre la figura del prusiano. Hay no pocos libros científicos o académicos sobre el tema (varios de ellos del mismo Puig Samper) pero no había un libro que pudiera acercar este episodio al público general de una forma más literaria y accesible. Por eso, y recomendado precisamente por Américo, me dirigí a Miguel Ángel con la propuesta de «reconstruir» el diario de su viaje por España que Humboldt nunca escribió. Para mi sorpresa, aceptó. Y digo para mi sorpresa porque su prestigio en el mundo académico me hizo esperar que me encontraría a alguien con pocas ganas de aventuras literarias. Afortunadamente me equivoqué.
Después de recordar el origen del libro, di la palabra a Pura Fernández, a la que no conocía con anterioridad, y he de decir que me sorprendió muy gratamente tanto su persona, su amabilidad y su belleza, como su discurso, directo, certero y claro. Por supuesto no escatimó halagos (todos merecidos, claro) a nuestra edición (aprovecho para recordar lo afortunado que me siento de contar con Silvia Comesaña para toda la parte gráfica y visual de la colección) y le puso el pero de no incluir un glosario final. Y es cierto que no lo hay y eso es delicado en un libro de época que mezcla realidad y ficción, pero no lo hay conscientemente. Miguel Ángel ha hecho una recreación tan exacta y fidedigna de la época y los lugares como la historiografía permite, por lo que se puede leer (y queremos que se lea) como el relato literario de un viajero ilustrado por la España de 1799. Pura ahondó en la precisión y el grado de detalle con que Miguel Ángel describe en el libro los medios de transporte de la época, las posadas, la reacción de la gente llana ante dos personajes que hacían mediciones nocturnas de la luna y a quienes se acusaba de hechiceros…
A continuación habló Miguel Ángel. Por cierto que este había llegado al acto directamente del estudio de Radio Nacional de España donde Josefina Maestre acaba de entrevistarle doblemente para su programa Reserva natural, en Radio 5. Primero le pidió que «se hiciera pasar por Humboldt» para después entrevistarle a él. Puedes escuchar aquí cómo quedó la cosa. Como iba diciendo, Miguel Ángel contó el reto que le supuso a él, no acostumbrado a escribir literatura sino ciencia, el enfrentarse a esta obra; los ingredientes que utilizó para la recreación (material de archivo procedente de sus propias investigaciones científicas, los diarios manuscritos de Humboldt, su correspondencia, sus publicaciones, el diario de su hermano Wilhelm —quien también viajó por España—, las cartas de su cuñada Carolina, algunas cartas de Bonpland y su diario botánico, así como los relatos de otros viajeros de la época); cómo ha recreado los paisajes, los lugares, las gentes, la comida (lo que dio para una anécdota divertida ya que la cuñada de Humboldt se anticipó 200 años a Victoria Beckham al afirmar que en España se abusaba del ajo). Después les hice algunas preguntas y hubo otras desde el público y dimos por concluido el acto.
Leyendo esta crónica se pudiera pensar que fue un tostón, pero he de decir, y así me lo corrobaron los asistentes más allá de la amabilidad debida, que no lo fue y conseguimos ampliamente un triple objetivo: hacer ameno para el público el tiempo que le dedicamos a Humboldt y a nuestro libro; acercar con acierto su figura y el episodio de su viaje por España; e infundir deseos de adquirir el libro y, aún mejor, de leerlo. Desde luego fueron muchos quienes lo adquirieron in situ y le pidieron a Miguel Ángel que les dedicara el ejemplar.
Creo que nadie se arrepintió de elegirnos frente al Barça-Madrid y, visto el resultado del partido, puede que si alguien se ha arrepentido haya sido de haber elegido fútbol en lugar de cultura. Así que, por una vez, ni Messi ni Benzema, Humboldt 1 – Barça/Madrid 0.